Manuscrito Voynich, el libro que nadie puede leer

La Universidad de Yale almacena en una bóveda uno de los máximos enigmas del conocimiento humano: el Manuscrito Voynich.

Se trata de un libro medieval anónimo que desde su redescubrimiento en 1912 tiene desconcertado a lingüistas y criptógrafos de todo el mundo. De hecho, ha generado su propia categoría de estudiosos y fanáticos, llamados voynicologistas.

Escrito en el siglo XV en un idioma o código que nadie ha podido descifrar y acompañado con ilustraciones de plantas raras o inexistentes, símbolos astrológicos, criaturas con formas de medusas y mujeres desnudas, el Manuscrito Voynich es un libro tan frágil como requerido.




El nombre del manuscrito se debe al especialista lituano en libros antiguos Wilfrid M. Voynich (1865-1930), quien lo adquirió en 1912. Actualmente está catalogado como el ítem MS 408 en la Biblioteca Beinecke de libros raros y manuscritos de la Universidad de Yale.

El manuscrito ha sido objeto de intensos estudios por numerosos criptógrafos profesionales y aficionados, incluyendo destacados especialistas estadounidenses y británicos en descifrados de la Segunda Guerra Mundial. 

Nadie ha conseguido descifrar una sola palabra lo que lo ha convertido en el Santo Grial de la criptografía histórica, pero a la vez ha alimentado la hipótesis de que el libro no es más que un elaborado engaño, una secuencia de símbolos al azar sin sentido alguno.




Sin embargo, el que cumpla la ley de Zipf -que establece que en todas las lenguas humanas la palabra más frecuente en una gran cantidad de texto aparece el doble de veces que la segunda más frecuente, el triple que la tercera más frecuente, el cuádruple que la cuarta, etcétera- hace pensar que se trata no solo de un texto redactado en un lenguaje concreto, sino también que ese lenguaje se basa en alguna lengua natural, ya que los lenguajes artificiales, como los élficos de Tolkien o el klingon de Star Trek, no cumplen esta regla. 

Es prácticamente imposible que el autor del Manuscrito Voynich conociera dicha ley, enunciada varios siglos después, y que por tanto la aplicase a una lengua inventada por él.

Sobre el lugar en que pudo haberse escrito, existen pocas pistas. En una de sus ilustraciones aparece una ciudad amurallada, y son sus almenas dibujadas las que aportan una orientación. Su forma es la de las almenas llamadas de cola de golondrina, un estilo estético que, más tarde, en el Renacimiento, se popularizó por toda Europa, pero que en el momento en que se supone que se elaboró el manuscrito, según los últimos estudios de la Universidad de Arizona, solo se podía encontrar en el norte de Italia, quizá en la amplia región entre Milán y Venecia.




El libro tiene alrededor de 240 páginas de pergamino, con vacíos en su numeración (la cual es aparentemente posterior al texto, quizás del siglo xvi), lo que sugiere que varias páginas se habían extraviado ya antes de su compra por Voynich. 

Se utilizó pluma de ave para escribir el texto y dibujar las figuras con pintura de colores; según se puede apreciar, el texto es posterior a las figuras, ya que en numerosas ocasiones el texto aparece tocando el borde de las imágenes, algo que no ocurriría si éstas hubiesen sido añadidas posteriormente.


Las ilustraciones del manuscrito no aclaran los contenidos del texto pero denotan que el libro consta de seis "secciones", con diferente materia y estilo.

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